Italo Calvino nos da muchas claves en la “Nota preliminar” que escribió
sobre El barón rampante y que incluye
esta edición de Siruela, pero no
sabemos hasta qué punto debemos tomárnoslo en serio.
En ella habla de humorismo, fantasía, aventura… Nos pide que consideremos la novela “una especie de Alicia en el país de las maravillas”, un
“divertimento literario”, homenaje que parte del “recuerdo y nostalgia de las
lecturas de mi infancia”.
¿Texto fantástico o realista? ¿Libro para jóvenes? ¿Parodia de la
novela histórica? ¿Dardo para los adultos?¿Para los que presumen de ideales y
coherencia? El hombre en los árboles, ¿es una “alegoría del poeta”?, ¿de la
falta de compromiso?, ¿del compromiso?...
Calvino nos presenta a una familia
de locos en la que el menos loco es Cosimo, barón de Rondò, que con doce
años, después de una pelea familiar, se sube a un árbol. Para siempre. Debajo
se han quedado su padre (un noble con título de hojalata que vive una farsa),
su madre (la Generala), su hermano pequeño (el narrador), y otros personajes
del siglo XVIII: piratas, herejes, bandidos lectores, marquesas, nobles
españoles exiliados en los árboles, etc.
El riesgo de los libros con argumentos así de geniales es muy alto. ¿Cómo mantener las expectativas del lector después de darle una idea tan excepcional? Calvino casi lo consigue, a base de disparates como ese encuentro entre Napoleón y Cosimo a lo Alejandro Magno y Diógenes, como esa historia de amor infantil y complicado entre el protagonista y su vecina Viola.
“Se conocieron.
Él la conoció a ella y a sí mismo, porque en realidad nunca se había conocido.
Y ella lo conoció a él y a sí misma, porque aun habiéndose conocido siempre,
jamás se habría podido reconocer así”.
Al final de libro, Calvino advierte: no va a ser posible otro Cosimo, no
ya por su tozudez extrema, sino porque no habrá árboles que lo sostengan. Un aviso
que va más allá de la nostalgia de un paisaje, de un pueblo imaginario llamado Ombrosa, de un disparate, de un juego
literario…
Por favor padres, profesores, libreros: los jóvenes tienen que leer
este libro. Sobre todo ellos.
“La juventud se pasa pronto sobre la tierra, así que imaginaos sobre
los árboles, donde todo está destinado a caer”.
Italo Calvino
El barón rampante
Madrid, Siruela, 2015
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