“si la gente pudiera acordarse de todas sus
reencarnaciones, (…) ¿el mundo estaría lleno de gente que recordaría sus vidas
anteriores? De gente que diría: “Yo era Humphrey Bogart y estoy contento de ser
mucho más alto”. O bien: “Yo fui bailarina en el Moulin Rouge, pero mis
conocimientos de cancán no me sirven de mucho en la junta directiva de la
Mercedes”. O bien: “Yo era John Lennon, ¿por qué ahora no paso a la siguiente
ronda en OT?”. Pero las únicas personas que recordaban vidas anteriores eran o
Shirley MacLaine o locos o ambas cosas”.
No pasará a mi historia de la literatura. No lo releeré. Lo podría
haber dejado olvidado en un tren o en una habitación de hotel.
Pero me hizo gracia. Por los tópicos, por el absurdo, la obviedad del
chiste a veces, la falta de pretensiones, las notas a pie de página del
personaje de Casanova y sobre todo por estar bien contada y ser coherente.
A fuerza de repetirlo ya le ha quedado la etiqueta, pero de libro de autoayuda tiene poco: un final
feliz y un Buda gordo que aconseja acumular buen karma a la protagonista, la
presentadora de televisión Kim Lange, criada “en un bloque de pisos prefabricados
de la Alemania del Este”, con un jardín formado por “tres jardineras, plantadas
de geranios, pensamientos y colillas”, adúltera, mala madre, pretenciosa y
cegada por la fama, aplastada metafóricamente por la modernidad y literalmente por
un wáter de una estación espacial, reencarnada en hormiga.
David Safier
Maldito karma
Barcelona, Seix Barral, 2010
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