Algunas buenas decisiones que tomó Harper
Lee:
Contar desde un punto de vista infantil, pero sin regodearse.
Contar desde Maycomb y sus
calles polvorientas y calurosas, ese territorio que parece atemporal hasta que
vemos a sus habitantes beber cocacola.
Contar desde los personajes,
dándole la importancia que se merecen, construyendo grandes símbolos. No solo Atticus Finch, el padre que todos
queremos, sino ese vecino loco pero héroe,
esa tópica tía amargada y esa criada negra con carácter y nombre fuertes: Calpurnia.
En unos meses podremos leer la nueva novela de Harper Lee, tan esperada
y casi exigida por unos lectores que siguen viviendo en un mundo en el que Tom
Robinson todavía es el perdedor.
Harper Lee
Matar a un ruiseñor
Barcelona, Zeta, 2008
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